La CNT durante el franquismo - clandestinidad y exilio (1939-1975).


Autores: Angel Herrerín Lopez
Editor:
Siglo XXI de España
Copyright:
2004
ISBN:
ISBN84-323-1152-9
Páginas:
468


Sinopsis:
La CNT desempeñó un papel importante en el convulso siglo XX español. Su momento de máximo esplendor tuvo lugar durante la guerra civil, período en el que llegó a contar con cerca de dos millones de afiliados. Sin embargo, ya en los últimos años de la dictadura franquista la CNT había prácticamente desaparecido. Las vicisitudes que condujeron a la central anarcosindicalista a esta situación no han obtenido repuesta hasta el momento.

Este libro analiza el devenir de la organización anarcosindicalista durante los casi cuarenta años de dictadura en nuestro país, y desgrana aquellas situaciones que influyeron en el eclipse cenetista tales como la represión, la actuación de los grupos de acción anarquista, las relaciones de la CNT con el Sindicato Vertical y con otras organizaciones opositoras al régimen, el enfrentamiento entre el interior y el exilio y la evolución ideológica.

Para ello el autor ha recurrido a una importante combinación de fuentes, desde las más de treinta entrevistas realizadas en España, Francia y México, hasta los archivos de instituciones internacionales de las organizaciones políticas y sindicales antifranquistas. Una parte importante de la investigación se basa en fuentes del propio régimen –como los Archivos Policiales, los Archivos de Gobiernos Civiles o el Archivo del Tribunal Militar de Madrid–, algunas de ellas inéditas, lo que ha permitido realizar un primer balance sobre la dura represión sufrida por la CNT.

Analisis:


Un libro polemico pero que aborda cuestiones poco tratadas hasta ahora en la bibliografia libertaria.

Ángel Herrerín nos presenta en esta obra un estudio formalmente bien planteado y documentado sobre el devenir de la CNT durante el franquismo, tanto en el interior como en el exilio.

Después de la derrota en la guerra civil, los militantes cenetistas del interior que no habían sido detenidos intentaron reorganizar la CNT y poner fuera del alcance de las garras franquistas al mayor número de militantes. La represión fue muy dura y uno tras otro fueron cayendo sus Comités Nacionales.

Durante los primeros años de la posguerra se impusieron las tesis colaboracionistas para derrocar al régimen, creían que con la victoria de los aliados en la segunda guerra mundial caería el dictador. Pero, lamentablemente, los aliados no cruzaron los Pirineos y poco a poco se consolidó el régimen.

Por otra parte, militantes exiliados achacaban la pérdida de la guerra y su triste destino a la colaboración política y al alejamiento de los principios anarquistas. Para esta fracción, mayoritaria en el exilio, y alejada con los años de la realidad del país que habían abandonado, era prioritario volver a los principios, tácticas y finalidades del anarcosindicalismo, lo que llevó a una escisión en el exilio que duraría desde 1945 hasta 1961. Tras la reunificación y con la participación de jóvenes libertarios, se creó el organismo Defensa Interior, que tenía como fin asesinar al dictador y desarrollar una acción armada tendente a destruir el régimen. Pero esto no fue posible y desapareció después de varios años de actividad, debido a la conmoción que creó en los medios libertarios el asesinato de dos jóvenes inocentes, Granado y Delgado, por el franquismo. Poco a poco, la organización en el exilio, un sindicato sin actividad sindical, iba perdiendo afiliados, aumentaban las disputas internas y sus militantes envejecían.

En el interior, durante la década de los sesenta, destacados militantes intentaron pactar con el régimen. Este pacto que contenía cinco puntos, daría nombre a este grupo: ?Cincopuntistas?. Las consecuencias del ?cincopuntismo? fueron nefastas para la CNT del Interior: desaparición de la organización clandestina y asimilación por el régimen de estos militantes. A partir de esta maniobra, la CNT desapareció como sindicato de masas en el interior. Sólo existían pequeños grupos de afinidad sin relación entre ellos y la mayoría de los afiliados optaron por el exilio interior.

El autor parece tener simpatía por la fracción posibilista, tanto del interior como del exilio, reconoce finalmente que no supieron articular unos nuevos principios ideológicos sobre los que asentar el sindicalismo que proponían. En sus conclusiones afirma que estas tensiones surgidas durante la dictadura entre heterodoxos y ortodoxos, ya existentes en la CNT desde su origen, son las que explicarían que en la actualidad haya dos sindicatos anarcosindicalistas CNT y CGT.

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La CNT durante el franquismo’, de Ángel Herrerín, investiga el declive del sindicato

Cuarenta años después, muerto ya Franco, poco quedaba del legendario movimiento de Durruti convertido en pasado y relegado a un segundo plano de la vida política de la transición.
Las divisiones internas y el enfrentamiento entre las distintas facciones del anarcosindicalismo, entre quienes se exiliaron y quienes quedaron dentro, entre ortodoxos y heterodoxos, son estudiadas con detenimiento por Herrerín en estas "memorias de una familia política".

"La división interna fue horrible, tremenda. Durante la investigación para el libro me fue imposible sentar a dos personas de 80 años en Toulouse. Hasta ahí llega el enfrentamiento", explica. El historiador argumenta: "Hubo un grupo que no quiso perder el tren de la historia. En los años cincuenta se ponen al frente de organizaciones como la Unión de Fuerzas democráticas, pero las salidas que había se desecharon. Vencieron los más intransigentes: en 1975, Montseny seguía hablando de acción directa. Apostaron por una línea de inmovilismo ideológico. El otro grupo intentaba buscar una salida, pero tampoco encontró el camino ideológico. El paso a lo mejor hubiese sido hacer una organización nueva, pero les dio miedo romper el mito de las siglas". En su estudio, Herrerín ha hecho frente a la lucha "política de la memoria" que las dos facciones de la CNT sostuvieron: "En 1945, los dos grupos quieren demostrar que tienen razón, llega la lucha total por todo. Ambas facciones intentan adueñarse de Durruti, echar marcha atrás. Es la lucha por la memoria".

La dura represión franquista contra el movimiento anarcosindicalista es otro de los temas en los que Hererrín entra de lleno. La elección de nuevos cuadros de mando y la reorganización del sindicato comenzaron en los campos de concentración. Una y otra vez, los cabecillas eran detenidos y la organización interna iba quedando fuertemente diezmada. Herrerín apunta a la imposibilidad de mantener en la clandestinidad una organización de masas, y presenta por primera vez un riguroso estudio de fuentes. En la entrada de anarquistas en 1947 en los sindicatos del régimen, el historiador marca diferencias: "Hay que diferenciar entre los que entraron empujados por sus compañeros y los que se suben al carro de los vencedores. Los cincopuntistas como Lorenzo Íñigo o Francisco Royano, con un largo pasado en la cárcel, son grandes militantes que ven que los comunistas están tomando mucha fuerza en el movimiento sindical. Su anticomunismo les lleva a pactar con los gerifaltes, pero con el régimen es imposible llegar a un acuerdo; son engullidos por la dictadura. Muchos de los que entraron en el cincopuntismo se fueron".

Herrerín habla de la historia de la CNT -"los grandes perdedores"- como del "retrato de un familiar que murió de jovencito", y dice que con su libro ha intentado mostrar "las arrugas, el paso del tiempo". "En la memoria de los españoles están aquellos camiones y en el imaginario parece que lo que ha quedado es la bomba".

Él destaca el estrecho vínculo que el anarquismo mantuvo con la cultura, la importancia que a ella le siguen dando los viejos anarquistas: "El recuerdo de los ateneos literarios donde muchos de ellos aprendieron a leer y el respeto que tenían por la cultura es algo que mantienen".

ANDREA AGUILAR - Madrid
EL PAÍS
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Manifiesto de los Treinta (Agosto de 1931): "Somos revolucionarios, sí; pero no cultivadores del mito de la revolución."


En la foto:
Juan Peiró, anarcosindicalista firmante del manifiesto, muere fusilado por Franco, 24 de julio de 1942.

A LOS CAMARADAS, A LOS SINDICATOS, A TODOS.

Un superficial análisis de la situación por que atraviesa nuestro país nos llevará a declarar que España se halla en un momento de intensa propensión revolucionaria, del que van a derivarse profundas perturbaciones colectivas. No cabe lugar la trascendencia del momento ni los peligros de este periodo revolucionario, porque quiérase o no, la fuerza misma de los acontecimientos ha de llevarnos a todos a sufrir las consecuencias de la perturbación. El advenimiento de la República ha abierto un paréntesis en la Historia normal de nuestro país. Derrocada la Monarquía; expulsado el rey de su turno; proclamada la República por el concierto tácito de grupos, partidos, organizaciones e individuos que habían sufrido las acometidas de la Dictadura y del periodo represivo de Martínez Anido y de Arlegui, fácil será comprender que toda esta serie de acontecimientos habían de llevarnos a una situación nueva, a un estado de cosas distinto a lo que había sido hasta entonces la vida nacional durante los últimos cincuenta años, desde la Restauración acá. Pero si los hechos citados fueron el aglutinante que nos condujo a destruir una situación política y a tratar de inaugurar un periodo distinto al pasado, los hechos acaecidos después han venido a demostrar nuestro aserto de que España vive un momento verdaderamente revolucionario. Facilitada la huida del rey y la repatriación de toda la chusma dorada y de "sangre azul", una enorme exportación de capitales se ha operado y se ha empobrecido al país más aún de lo que estaba. A la huida de los plutócratas, banqueros, financieros y caballeros del cupón y del papel del estado siguió una especulación vergonzosa y descarada, que ha dado lugar a una formidable depreciación de la peseta y una desvalorización de la riqueza del país en un cincuenta por ciento.

A este ataque a los intereses económicos para producir el hambre y la miseria de la mayoría de los españoles siguió la conspiración velada, hipócrita, de todas las cogullas, de todos los asotanados, de todos los que por triunfar no tienen inconveniente en encender una vela a Dios y otra al diablo. El dominar, sojuzgar y vivir de la explotación de todo un pueblo al que se humilla es lo que se pone por encima de todo. Las consecuencias de esta confabulación de procedimientos criminales son una profunda e intensa paralización de los créditos públicos, y por tanto, un colapso en todas las industrias, que provoca una crisis espantosa, como quizá jamas se había conocido en nuestro país. Talleres que cierran, fábricas que despiden a sus obreros, obras que se paralizan o que ya no comienzan; disminución de pedidos en el comercio, falta de salida de los productos naturales; obreros que pasan semanas y semanas sin colocación; infinidad de industrias limitadas a dos o tres y muy pocas a cuatro días de trabajo. Los obreros que logran la semana entera de trabajo, que pueden acudir a la fábrica o al taller seis días, no exceden del treinta por ciento. El empobrecimiento del país es ya un hecho consumado y aceptado. Al lado de todas estas desventuras que el pueblo sufre, se nota la lenidad, el proceder excesivamente legalista del gobierno. Salidos todos los ministros de la revolución, la han negado apegándose a la legalidad como el molusco a la roca, y no dan muestras de energía sino en los casos en que de ametrallar al pueblo se trata. En nombre de la República, para defenderla, según ellos, se utiliza todo el aparato de represión del Estado y se derrama la sangre de los trabajadores cada día. Ya no es en esta o la otra población, es en todas donde el seco detonar de los máuseros ha segado vidas jóvenes y lozanas. Mientras tanto, el gobierno nada ha hecho ni nada hará en el aspecto económico. No ha expropiado a los grandes terratenientes, verdaderos ogros del campesino español; no ha reducido en un céntimo las ganancias de los especuladores de la cosa pública; no ha destruido ningún monopolio; no ha puesto coto a ningún abuso de los que explotan y medran con el hambre, el dolor y la miseria del pueblo. Se ha colocado en situación contemplativa cuando se ha tratado de mermar privilegios, de destruir injusticias, de evitar latrocinios tan infames como indignos. ¿Cómo extrañarnos, pues, de lo ocurrido? Por un lado altivez, especulación, zancadillas con la cosa pública, con los valores colectivos, con lo que pertenece al común, con los valores sociales. Por otro lado lenidad, tolerancia con los opresores, con los explotadores, con los victimarios del pueblo, mientras a éste se le encarcela y persigue, se le amenaza y extermina.

Y, como digno remate a esto, abajo el pueblo sufriendo, vegetando, pasando hambre y miseria, viendo como le escamotean la revolución que él ha hecho. En los cargos públicos, en los destinos judiciales, allí donde puede traicionarse la revolución, siguen aferrados los que llegaron por favor oficial del rey o por la influencia de los ministros. Esta situación después de haber destruido un régimen, demuestra que la revolución que ha dejado de hacerse deviene inevitable y necesaria. Todos lo reconocemos así. Los ministros, reconociendo la quiebra del régimen económico; la prensa, constatando la insatisfacción del pueblo, y éste revelándose contra los atropellos de que es víctima. Todo, pues, viene a confirmar la inminencia de determinaciones que el país había de tomar para, salvando la revolución, salvarse.

UNA INTERPRETACIÓN.

Siendo la situación de honda tragedia colectiva; queriendo el pueblo salir del dolor que le atormenta y mata, y no habiendo más que una posibilidad, la revolución, ¿cómo afrontarla? La historia nos dice que las revoluciones las han hecho siempre las minorías audaces que han impulsado al pueblo contra los poderes constituidos. ¿Basta que estas minorías quieran, que se lo propongan, para que en una situación semejante la destrucción del régimen imperante y de las fuerzas defensivas que lo sostienen sea un hecho? Veamos. Estas minorías, provistas de algunos elementos agresivos, en un buen día, o aprovechando una sorpresa, plantan cara a la fuerza pública, se enfrentan con ella y provocan el hecho violento que puede conducirnos a la revolución. Una preparación rudimentaria, unos cuantos elementos de choque para comenzar, y ya es suficiente. Fían el triunfo de la revolución al valor de unos cuantos individuos y a la problemática intervención de las multitudes que les secundarán cuando estén en la calle.

No hace falta prevenir nada, ni contar con nada, ni pensar más que en lanzarse a la calle para vencer a un mastodonte: el Estado. Pensar que éste tiene elementos de defensa formidables, que es difícil destruirle mientras que sus resortes de poder, su fuerza moral sobre el pueblo, su economía, su justicia, su crédito moral y económico no estén quebrantados por los latrocinios y torpezas, por la inmoralidad e incapacidad de sus dirigentes y por el debilitamiento de sus instituciones; pensar que mientras que esto no ocurra debe destruirse el Estado, es perder el tiempo, olvidar la historia y desconocer la propia psicología humana. Y esto se olvida, se está olvidando actualmente. Y por olvidarlo todo, se olvida hasta la propia moral revolucionaria. Todo se confía al azar, todo se espera de lo imprevisto, se cree en los milagros de la santa revolución, como si la revolución fuera alguna panacea y no un hecho doloroso y cruel que ha de forjar el hombre con el sufrimiento de su cuerpo y el dolor de su mente. Este concepto de la revolución, hijo de la más pura demagogia, patrocinado durante docenas de años por todos los partidos políticos que han intentado y logrado muchas veces asaltar el poder, tiene aunque parezca paradójico, defensores en nuestros medios y se ha reafirmado en determinados núcleos de militantes. Sin darse cuenta caen ellos en todos los vicios de la demagogia política, en vicios que nos llevarían a dar la revolución, si se hiciera en estas condiciones y se triunfase, al primer partido político que se presentase, o bien a gobernar nosotros, a tomar el poder para gobernar como si fuéramos un partido político cualquiera. ¿Podemos, debemos sumarnos nosotros, puede y debe sumarse la Confederación Nacional del Trabajo a esa concepción catastrófica de la revolución, del hecho, del gesto revolucionario?

NUESTRA INTERPRETACIÓN.

Frente a este concepto simplista, clásico y un tanto películero, de la revolución, que actualmente nos llevaría a un fascismo republicano, con disfraz, de gorro frigio, pero fascismo al fin, se alza otro, el verdadero, el único de sentido práctico y comprensivo, el que puede llevarnos, el que nos llevará indefectiblemente a la consecución de nuestro objetivo final.

Quiere éste que la preparación no sea solamente de elementos agresivos, de combate, sino que se han de tener éstos y además elementos morales, que hoy son los más difíciles de vencer. No fía la revolución exclusivamente a la audacia de minorías más o menos audaces, sino que quiere que sea un movimiento arrollador del pueblo en masa, de la clase trabajadora caminando hacia su liberación definitiva, de los sindicatos y de la Confederación, determinando el hecho, el gesto y el momento preciso a la revolución. No cree que la revolución sea únicamente orden, método; esto ha de entrar por mucho en la preparación y en la revolución misma, pero dejando también lugar suficiente para la iniciativa individual, para el gesto y el hecho que corresponde al individuo. Frente al concepto caótico e incoherente de la revolución que tienen los primeros, se alza el ordenado, previsor y coherente de los segundos. Aquello es jugar al motín, a la algarada, a la revolución; es en realidad, retardar la verdadera revolución.

Es, pues, la diferencia bien apreciable. A poco que se medite se notarán las ventajas de uno u otro procedimiento. Que cada uno decida cuál de las dos interpretaciones adopta.

PALABRAS FINALES.

Fácil será pensar a quien nos lea que no hemos escrito y firmado lo que antecede por placer, por el caprichoso deseo de que nuestros nombres aparezcan al pie de un escrito que tiene carácter público y que es doctrinal. Nuestra actitud está fijada, hemos adoptado una posición que apreciamos necesaria a los intereses de la Confederación y que se refleja en la segunda de las interpretaciones expuestas sobre la revolución.

Somos revolucionarios, sí; pero no cultivadores del mito de la revolución. Queremos que el Capitalismo y el Estado, sea rojo, blanco o negro, desaparezca; pero no para suplantarlo por otro, sino para que hecha la revolución económica por la clase obrera pueda ésta impedir la reinstauración de todo poder, fuera cual fuere su color. Queremos una revolución nacida de un hondo sentir del pueblo, como la que hoy se está forjando, y no una revolución que se nos ofrece, que pretenden traer unos cuantos individuos, que si a ella llegaran, llámase como quieran, fatalmente se convertirían en dictadores al día siguiente de su triunfo. Pero esto lo queremos y lo deseamos nosotros. ¿Lo quiere también así la mayoría de los militantes de la Organización? He aquí lo que interesa dilucidar, lo que hay que poner en claro cuanto antes. La Confederación es una organización revolucionaria, no una organización que cultive la algarada, el motín, que tenga el culto de la violencia por la violencia, de la revolución por la revolución. Considerándolo así, nosotros dirigimos nuestras palabras a los militantes todos, y les recordamos que la hora es grave, y señalamos la responsabilidad que cada uno va a contraer por su acción o por su omisión. Si hoy, mañana, pasado, cuando sea, se les invita a un movimiento revolucionario, no olviden que ellos se deben a la Confederación Nacional del Trabajo, a una organización que tiene el derecho de controlarse a sí misma, de vigilar sus propios movimientos, de actuar por propia iniciativa y de determinarse por propia voluntad. Que la Confederación ha de ser la que, siguiendo sus propios derroteros, debe decir cómo, cuándo y en qué circunstancias ha de obrar; que tiene personalidad y medios propios para hacer lo que deba hacer.

Que todos sientan la responsabilidad de este momento excepcional que todos vivimos. No olviden que así como el hecho revolucionario puede conducir al triunfo, y que cuando no se triunfa se ha de caer con dignidad, todo hecho esporádico de la revolución conduce a la reacción y al triunfo de las demagogias. Ahora que cada cual adopte la posición que mejor entienda. La nuestra ya la conocéis. Y firmes en este propósito la mantendremos en todo momento y lugar, aunque por mantenerla seamos arrollados por la corriente contraria.

Barcelona, agosto de 1931.

Juan López, Agustín Gibanel, Ricardo Fornells, José Girona, Daniel Navarro, Jesús Rodríguez, Antonio Valladriga, Ángel Pestaña, Miguel Portoles, Joaquín Roura, Joaquín Lorente, Progreso Alfarache, Antonio Peñarroya, Camilo Piñón, Joaquín Cortés, Isidoro Gabín, Pedro Massoni, Francisco Arín, José Cristiá, Juan Dinarés, Roldán Cortada, Sebastián Clará, Juan Peiró, Ramón Viñas, Federico Uleda, Pedro Cané, Mariano Prat, Espartaco Puig, Narciso Marcó, Jenaro Minguet.
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ANGEL PESTAÑA, LA CNT Y EL PARTIDO SINDICALISTA.

Ángel Pestaña Núñez es considerado como una de las figuras más destacadas del anarcosindicalismo español.
Huérfano de su padre desde niño y sin haber conocido a su madre ni a su hermana; se vió obligado desde pequeño a ganarse el sustento, por lo que trabajó en diversos oficios por toda la cornisa cantábrica , en una situaciòn de desarraigo hasta aprender finalmente la profesión de relojero.
Después de viajar por España, Francia y el norte de África, fijó su residencia en Barcelona,ingresando en la CNT y colaborando en el periódico anarquista "Tierra y Libertad".


Llega a ser el director de Solidaridad Obrera,órgano de expresión de la CNT, desde donde inicia una valiente campaña contra el jefe de policía Bravo Portillo, a quien acusó, con pruebas, de ser un espía de los alemanes.
En marzo de 1920 salió de España en representación de la CNT para asistir al II Congreso de la Internacional Comunista; celebrado en el verano de aquel año; y fue uno de los escasos delegados que se atrevieron a enfrentarse a la línea impuesta por los comunistas.
Al principio, Ángel Pestaña; como la mayoría de los libertarios, simpatizaba con la revolución rusa como cuestión de principio pero le alarmaba la hegemonía del Partido Comunista, que hacía presentir la dictadura de un partido sobre el proletariado.
Pestaña acusó a Lenin de "autoritario y absorvente"; y ve en el comunismo bolchevique un régimen dictatorial instalado sobre la miseria colectiva, y en la dictadura de un partido el falseamiento de la revolución popular.

Personalmente, produjo una excelente impresión a los dirigentes comunistas rusos, sobre todo a Lenin, que enseguida descubrió lo que Pestaña era: un obrero inteligente y puritano, dotado de un gran don de observación y de sentido crítico. Ángel Pestaña escribió 3 folletos sobre Rusia que contribuyeron a cortar el entusiasmo que en los medios cenetistas había despertado desde sus inicios la revolución soviética. pero estas publicaciones no vieron la luz hasta 1921-1922.
En 1922 fue objeto de un atentado mientras se hallaba pronunciando un discurso en Manresa, que estuvo a punto de costarle la vida y que provocó la indignación de casi toda España. El atentado contra Pestaña del gobernador civil de Barcelona, Martínez Anido, impulsor del terrorismo de estado contra los sindicalistas a través de grupos de pistoleros.
Tras la fundación de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), en 1927, Pestaña fue, junto con Peiró, uno de los líderes que más encarnizadamente se opusieron a la hegemonía de esa organización específica sobre la CNT.
El advenimiento de la segunda República hace que Pestaña sea cada vez más reformista y moderado; y abandone las posturas extremistas de su juventud.
El congreso cenetista de 1931 es una verdadera ofensiva contra la postura de Pestaña. En él se encuentran dos posturas opuestas:
moderados ( Pestaña y sindicalistas como Clará, Peiró y Juan López) y los revolucionarios intransigentes de la FAI ( Durruti, García Oliver y Federica Montseny); llamados por algunos "anarco-bolcheviques".
Ángel Pestaña firma junto con otros militantes de la CNT opuestos a la FAI, el Manifiesto de los Treinta, cuyo contenido es un violento ataque contra el concepto “peliculero” de la revolución que practicaban los faístas. Los partidarios de este documento (llamados treintistas) son marginados y expulsados de la CNT.
En 1933; Pestaña, que ha roto ya definitivamente con la CNT; pero sin ser por ello marxista; funda el Partido Sindicalista (PS), que estaba orientado hacia el anarquismo; pero que aceptaba las elecciones y la representación parlamentaria. Este partidillo tuvo su núcleo fundamental en Huelva, Cádiz, Sevilla y Valencia.

En Aragón, aunque estaba constituido por un reducido grupo de militantes provenientes de la CNT, con apenas presencia en Zaragoza y Fuentes de Ebro, contaba con la importante adhesión del diputado frentepopulista Benito Pabón. El PS ingresó en el Frente Popular; y obtuvo dos diputados: Pabón y el propio Pestaña.
En octubre de 1936 Pestaña fue designado subcomisionado general para la guerra, perto tuvo que dimitir por motivos de salud en diciembre. Finalmente murió en diciembre de 1937 en Begas, cerca de Barcelona y el partido se desintegró rápidamente.

En el año 1976, se formó un partido político que se basó en el viejo Partido Sindcialista de Ángel Pestaña; cuyos militantes provenían de la CNT y del falangismo "de izquierdas". Este partido duró hasta 1985.
En las elecciones de 1979 obtuvo 9.777 votos (0,05%) La mayor parte de los votos los consiguió en Cataluña donde obtuvo 5.932 (0,2%). Leer más...

La raíz de los problemas: Articulo publicado en la revista "Bicicleta"

Son bastantes los militantes de la CNT desmoralizados, hartos 6 indecisos ante los problemas y discusiones internas de los últimos meses, especialmente agudizados en algunas federaciones locales. El hecho de que los debates y polémicas se vengan prolongando y adquiriendo no pocas veces caracteres borrascosos, supone el desgaste de mucha militancia, aunque tambien constata que, a pesar de todo, nos encontramos en una organización libertaria donde el debate interno no se soluciona o no puede solucionarse, como en otras organizaciones con decretos dede arriba.

Por otra parte, muchas veces las ramas 6 los primeros arboles, no nos dejan ver el bosque. Llevados por nuestro enfrentamiento cotidiano, nuestros problemas locales 6 los curiosos ejemplares burocráticos que tenemos delante, no alcanzamos a ver que en conjunto, y tal vez milagrosamente, el balance de la CNT actual sigue siendo positivo a pesar de todo. Son muchas más los locales donde la gente funciona bien, que las que están en crisis permanente. Son muchos más los militantes honrados que los burocrátas 6 los manipuladores. Objetivamente la CNT sigue siendo la única alternativa libertaria del movimiento obrero, o lo que es igual, la única alternativa autonóma con algún peso para luchar por una autogestión revolucionaria. Si hay otra y va por delante de la CNT que me lo digan y me apunto (porque -digamoslo abiertamente- la organización no es un fin en si mismo, sino un medio para lograr una serie de objetivos 6 generar una dinámica 6 unas situaciones determinadas).

Todo esto no quiere decir que predique ningún tipo de optimismo 6 alcance de forma clarividente la solución de los problemas confederales. Quede claro.

Como primer paso, propondría una correcta ubicación de los mencionados problemas como única forma de situarse en el camino de su solución. Que se me perdone el esquematismo de las descripciones, es una forma de ahorrar folios, espacio y paliza al compañero-lector.

Falsas formas de abordar los problemas de la CNT

1.- Desencanto de los despistados. Asistimos, junto al cansancio de excelentes compañeros de diversas procedencias y maneras de pensar, a un cierto desencanto de algunos cenetistas o ex que, no pocas veces, salen despotricando a toda leche, afírmandose rápidamente como banderin de enganche para la verdadera, la inimitable, la nueva organización libertaria por antonomasia, de la que CNT es obstáculo máximo a derribar para bien de todos y de la causa. Son por ejemplo:

a) Los que esperaban encontrar aquí la soñada "organización de masas" de la que se vanguardia esclarecida. De forma más o menos confesada, con ropajes más o menos antiautoritarios, muchos de forma consciente o inconsciente se plantearon así la entrada en CNT. En esta liza, o se ven despreciados por la militancia, o derrotados por otros "vanguardistas" con más habilidad, sellos, "legitimidad" etc. Desgraciadamente muchos de estos no se dan por vencidos y siguen dentro, con la esperanza de que llegue el momento en que la CNT necesite su mano firme y su pulso no temblará.

b) Los que esperaban encontrar en la CNT una balse de aceite, una especie de cofradia solemne de relaciones versallescas, contactos personales perfectos, buenos amigos etc. Ante los primeros enfrentamientos, ante plenos de alta tensión, salen "quemados": ,,aquí no hay libertarios". Es indudable la importancia de un buen ambiente, buena armonia, o incluso relaciones privadas de amistad. Favorecen la acción y el ánimo del militante que bastante tensión y violencia tiene en la fábrica, en el barrio 6 en la familia. Pero también es lógico que en una organización donde, en principio, puede entrar cualquier trabajador, se vé todo tipo de gente, los que nos caen simpáticos y los que no, los mas puros y los que tienen ramalazos poco libertarios. Es lógico también el enfrentamiento y la critica, siempre que no se intente resolverlo con el anatema o la violencia. De eso habrá siempre.

c) Quien creyó hallar en la CNT la gran ocasión histórica de acelerar las contradicciones y llegar a una revolución inmediata, libertaría, única e inédita en el mundo, y protagonizada por la organización confedera¡. También los hay. Y están logicamente defraudados de que la cosa sea tan lenta. De que se haya ido mas de un año en tratar de salir a la luz y ganarnos simplemente el derecho a existir. Hay que partir de que la gente está alienada, y en muchísimos casos moralmente corrompida tras los conocidos cuarenta últimos años, y que todo protagonismo (personal o de organización) debe ser rechazado de antemano. Y que además es absurdo esperar que se planteen las cosas con la rotundidad y eficacia a corto plazo de cuando éramos dos millones.

d) Quien esperaba encontrar en la CNT apoyatura para todo proyecto contracultura¡ o provocador ante el que todo el mundo se iba a quedar boquiabierto, o seguir docilmente. Son los eternos repetidores de un "mayo 68", que, ignorado ya por los más jovenes, no pedía precisamente mímesis sino creatividad. No traslado de slogans a miles de kilómetros y lustros de distancia sino una actitud personal que fuera capaz de acabar con las codificaciones y modelos. Muchos de estos amigos siguen incansables, aportando lo que pueden. Se les respeta. Otros, han salido despavoridos o se han cogido a frases o anécdotas para desquitarse de una incompresión que podría haber sido sólo, cuestión de un poco de tiempo y menos narcisismo. Les hemos visto mirando por encima del hombro al compañero que no estaba a su altura, simplemente no entendía, 0 empleaba términos contaminados. Luego este compañero tan burro ha sido capaz de llevar hasta el final sus cuatro ideas y plantar cara al sistema, mientras el cotracultural se decidía entre los situacionistas o la última 2.-Maniqueísmos. La culpa la tiene la FAI, la burócrata tal o la exiliada cual. Son las ramas que con mas frecuencia ocultan el bosque de los problemas confederales. Cierto que hay un grave problema de burocratización teledirigida, pero éste, siendo quizá el más urgente, no es ni mucho menos el más grave o dificil de solucionar, como trataremos de razonar.

3- El llamado problema generacional. Es cuestión de "viejas momias", esto es "un cadáver", etc. Pues bien, yo he visto a tíos jóvenes y bien jóvenes actuar corno burocrátas, blandir normar y organizidades, declarar anatemas o decretar expulsiones, como a ningún viejo militante. Y he visto por el contrario, a compañeros veteranos estar en la brecha sin tratar de dirigir nada, barrer el local o escuchar a todo el mundo, estar al día y vivir con las ideas cotidianamente, avanzar en los aspectos más actuales de la lucha como la ecologia revolucionaria, ete. ¿No será que el problema de el poder no tiene edad?

Esbozadas algunas de las que, a mi modo de ver, son falsas vías para solucionar los problemas o simplemente abordarlos, trataré, en contrapartida, de apuntar algunos de los que creo motivos reales de lo que se ha llamado crisis de la CNT. Quede claro que se trata de una reflexión personal que publico como propuesta para el debate en marcha, sin tratar de convencer a nadie ni recomendar ninguna postura concreta. Me parecen buenas todas las que esten movidas por móviles de sinceridad y honradez.

Antes de seguir, una pequeña disgresión. No existe ninguna organización perfecta en una sociedad como ésta. Toda organización es un conjunto de personas que arrastran una serie de taras personales desde la infancia. De eso está hecha la organización que, no es nada abstracto o metafísico sino la suma de todos los individuos, con sus condicionamientos, fallos etc. Y, concretando más, el poder está en todas partes: está en las instituciones del Estado, está en nuestra empresa, está en la esfera de nuestras relaciones personales, familiares, sexuales, etc. Y está inevitablemente en nuestra organización de lucha. Por tanto, el sindicato es en alguna medida un frente más de la guerra al poder, que los anarquistas colocamos en la base de toda opresión, al contrario que otras sectas. El problema estará cuando la balanza de los esfuerzos caiga del lado de la lucha por los problemas internos y no de la lucha contra el sistema en general. Este debe ser motivo de constante reflexión.

Algunas causas de una situación

1-El modo en que se llevo a cabo la reconstrucción de la CNT. Se aceptó cargar con un exilio, con sus burocracias y enfrentamientos vidriosos. Si en la práctica éramos y somos una CNT renovada y mayoritariamente joven, se aceptó el lastre de un tinglado histórico y anquilosado, pensando que, en definitiva, se trataba de que no hubiera una ruptura que podia ser perjudicial y acabar de una vez con las viejas querellas admitiendo a todas las tendencias exiliadas, pero sabiendo que la CNT estaba aqui realmente. No fué así. Y no romper explicitamente con los tinglados del exilio ha supuesto una duplicidad organizativa y una fuente de querellas constantes: aqui se trabajaba y se hacia organización; alli se conspiraba, se movian hilos y peones. El planteamiento aparente del exilio fué: la CNT está en España y nosotros vamos a apoyarla etc. El plantearniento real fué: la CNT somos nosotros y la reconstrucción es obra nuestra (!) y de nuestros sellos, que pongan ellos la gente y nosotros pondremos el poder (todo porque no se "desvie"). Para esto se han valido de una especie de FAI (a estas alturas no se sabe muy bien en que consiste 6 cuantas hay), que ha perdido toda credibilidad anarquista al defender a ultranza un sindicalismo reivindicativo para reservarse el papel de vanguardia directiva.

Pues bien, de este defecto básico de la reconstrucción, que no hubiera costado arreglar poniendo las cosas en su sitio, derivan gran parte de los problemas actuales de ridicula manipulación y coacción, que están en la superficie de la situación actual. Es el lado más espectacular de los problemas, aunque insistimos, no el único, que está degastando las energias y la paciencia de muchos compañeros y frenando en gran medida la dinámica confederal.

2.-La falta de contenidos revolucionarios nuevos para el momento presente. Mucho más dificil de solucionar que el anterior, y del que todos tenemos la culpa por igual. La CNT no puede ofrecer el mensaje y la estrategia revolucionaria de hace 42 años. Desde el mismo momento de la reconstrucción debió abrirse un proceso de debate de nuevos planteamientos y tácticas que fueran cimentando una estrategia revolucionaria clara. Y esta es muchas veces la verdadera raiz de los problemas, que afecta a todos los militantes, incluidos los que no saben donde está Toulouse o pasan de problemas "orgánicos". Con el boicot de los sindicatos reformistas y del Estadopolicia, no se nos ocurre otra forma de quemar nuestras energias que perder convenios. Está claro, nuestra actuación nos sitúa ante los trabajadores como la única fuerza honrada y consecuente con lo que dice, pero con las manos vacías de alternativas.

3.-Falta de vida en los sindicatos. En esto se halla tambien más de una vez la raiz de los problemas. En la etapa anterior de la CNT (y repito que no hay nada que copiar sino simplemente constatar) sabemos que los sindicatos tenían sus bibliotecas, que eran centros de encuentro y debate... lo más fácil era que el recien llegado oyese hablar antes de astronomia, de los filósofos presocráticos o de la Escuela Moderna que de aumentos de sueldo (aunque todo esto daba solidez a los militantes para luchar con entrega personal y con solidaridad a toda prueba). Hoy, con un nivel de formación, 6 instrucción al menos, mayor y más generalizado hacemos de los locales sindicales un centro de recaudación de cuotas, donde uno va (si va) exclusivamente a reuniones oficiales con secretario y actas. Por aquí habria que incidir, y en esto todos tenemos que ver.

Se podria enumerar un montón de problemas parecidos pero estos creo que son los básicos de los que hay que partir para encontrar soluciones. Si es que creemos aún que hace falta una organización que combine práctica diaria y revolución total, contenidos libertarios 6 anarquicos profundos y movimiento obrero. Yo si lo pienso; mejor dicho, no veo otra alternativa diferente, ni creo que haya cambiado en lo fundamental la situación que nos movió a arrimar el hombro para poner la CNT de nuevo en pie.

A la hora de hablar de iniciativas practicas para ya, en orden a inciar la solución de todas estas cuestiones, me atreveria a apuntar algunos caminos, en base a mi experiencia personal de trabajo.

En primer lugar profundizar en la practica anarcosindicalista sobre necesarios planteamiento globales, en los que ha incidido una especie de polémica sin demasiado sentido (si de entrada se excluye la marginalización voluntaria o la "minoría selecta"). Es algo que ya está inventando hace muchos ,años para los libertarios. Desde mucho antes de fundarse la CNT, que, por cierto pasó a la clandestinidad al poco de fundarse por su lucha antimilitarista. Las reivindicaciones y el estudio de una pedagogia nueva y libertaria estaba presente en todos los congresos, la lucha antirrepresiva y la acción de solidaridad ha sido constante en toda la historia anarcosindicalista, sin olvidar, claro, la presencia en las luchas obreras con nuestros propios contenidos, que todo el mundo entienda y pueda asumir.

Unidad contra la burocracia

Junto a esto la unidad antiburocrática. Sin que se trate necesariamente de montar ningún tinglado que siempre es peligroso. Cualquier contacto con compañeros de nuestro sector de otras zonas ibéricas, cualquier reunión o encuentro casual nos reafirma en que es absolutamente mayoritaria la gente con ganas de trabajar de forma seria e innovadora. Son unos pocos los burócratas entre una gran mayoria de gente revolucionaria y autenticamente libertaria. Planteemos esa unidad antiburocrática fundamental que es el primer motivo de afinidad necesaria por encima de lo que nos pueda separar en cuanto a expectativas o procedencias teoricas. Una vez conseguida la normalización, abramos con urgencia el debate, sobre la base del respeto y el apoyo mutuos.

Una salida provisional, allá donde los problemas hayan adquirido una virulencia irreversible, es la autonomia al nivel donde esten las cosas claras. Local, sindicato, sección, comite de empresa 6 incluso a nivel individual, lo importante es el trabajo que hagamos y al nivel donde podamos hacerlo. Todo lo demás es secundario y forzosamente provisional. Claro que no se puede dejar de lado el secuestro de la organización por burocrátas allá donde se dé 6 los casos de injusticias contra compañeros. No hay que descansar hasta verlos solucionados. Pero sin que la situación nos domine y nos haga una pandilla de paranoicos. Sabiendo lo que va a quedar y servir y lo que es fruto de una situación, o de no haber abordado correctamente y a su tiempo los problemas.

El Congreso no se puede aplazar

Pero el paso fundamental para la solución de los problemas más graves no puede ser otro que un Congreso que no puede aplazarse más, y sobre el que toda la militancia debe presionar para que no se hable de aplazamientos o peregrinos "Congresos regionales previos". Un congreso de renovación que ya tenia que estar en marcha y que acabe con un statu-quo mal aceptado desde un principio del "siempre ha sido as¡", "la CNT es como es como si se quisiera hacer olvidar que en mucho menos tiempo que el transcurrido desde el último Congreso la
CNT cambió tres veces de forma de organización y puso al día sus formas de trabajo. Se trata de cambiar todo lo que haga falta sin falsos temores o ridiculas ortodoxias, "no es de libertarios asustarse de la innovación" escribía Malatesta a un militante valenciano en los años 20. Algunos cambios inaplazables irían en el camino de:

1º Poner la día las formas organizativas arrancar de las experiencias negativas y de la situación actual de la lucha, que den el máximo de eficacia y relacionen las luchas contra el poder en todos sus frentes y en una sociedad como la actual. Al mismo tiempo poner las vacunas necesarias a la burocratización y cortar las rémoras que se vienen arrastrando.

2º Avanzar una estrategia revolucionaria ampliando el campo y la aplicación de la acción directa. Que entre el momento presente de luchas sin salida y exitos escasos y esa mítica huelga general revolucionaria de no se sabe cuando, sepamos lo que hay que plantear o por donde vamos a pasar. Algo más que las frases y los slogans de rigor pero ya mas que vacios de contenidos reales y prácticos.

Será el momento de plantearse todas las rupturas que sean necesarias, y dejar claro y dejar claro que si (en nombre de falsas ortodoxias, o a base de manipulaciones) alguien quiere secuestrar las siglas para su uso particular, la organización (los trabajadores) rescatarán los contenidos y les darán una práctica, y eso es lo que importa.

Sabemos bien que en menos de cuarenta años desde 1870, el movimiento obrero libertario cambió cuatro veces de siglas.

Pero en todo caso, que se escindan ellos.

Anselmo (Valencia)

Revista Bocicleta,Año 1 Núm. 10
El primer numero de la revista libertaria Bicicleta, apareció el 1 de Noviembre de 1977 continuando algunos años mas. Se dice que los pueblos que desconocen su historia tienden a repetirla, no se si eso será cierto o no, lo que si creo es que puede ser muy interesante e instructivo conocer esta historia desde otro punto de vista que no sea el estatal.
Salud
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Sindicatos de Oposición en la CNT.

Antecedentes

Proclamada la República, dos cuestiones reclamaban por igual la atención de la clase trabajadora agrupada en torno a la Confederación Nacional del Trabajo: liquidar un serie de hechos históricos en los que, por la fuerza de las circunstancias, se había hallado envuelta, y trazarse una línea de conducta clara, precisa y recta para el porvenir.
Lo primero era relativamente fácil. Cambiado el régimen político, desaparecida la monarquía, desaparecían, también, las circunstancias que pudieron un tiempo entretener a la organización, absorbiendo parte de sus actividades en asuntos que no eran fundamentalmente suyos. Era, por tanto, inútil perder el tiempo en cosas que ya no tenían efectividad.
Lo segundo era más difícil, aunque fueran también fáciles a vencer los obstáculos que se oponían a su consecución. ¿Qué requería, en suma, del nuevo estado de cosas la organización obrera? Primeramente, que tuvieron en cuenta los principios y finalidad que la animan y luego el efecto que la proclamación de la República había producido en el pueblo en general y en el seno de la misma clase trabajadora. Tenido esto en cuenta, quedaba para la organización expedito el camino para realizar la misión histórica que forzosamente ha de cumplir: luchar en el presente por la consecución de cuantas mejoras morales y materiales pueda obtener del régimen capitalista y preparar a las clases trabajadoras para la transformación social que se avecina, mediante la preparación revolucionaria de las masas. Y al decir que la organización sindical debía realizar la preparación revolucionaria de los trabajadores, lo hacemos en el sentido de que tenia que articular el movimiento de las multitudes sindicales en relación con los objetivos de orden inmediato perseguidos por la CNT, tales como la rebaja de la jornada del trabajo frente al paro forzoso, el ajuste de salarios ante la depreciación de la divisa monetaria y la lucha por la conquista del control de la producción, objetivos ante los cuales el capitalismo no tenía más remedio que hundirse, enseñando este hecho a las masas trabajadoras, que sólo la desaparición del sistema capitalista puede darle la emancipación por la que lucha, en el orden político y económico.

Y esto era tanto más necesario, porque reciente el cambio de régimen, una gran parte del pueblo, la mayoría, y la mayoría también de la clase trabajadora, creían que esto modificaría su situación de clase vilipendiada y explotada, limitando las ganancias y los beneficios de los poderosos y privilegiados, entregándoles a ellos, a los trabajadores, lo que en justicia les corresponde. Así se daba lugar a que, por la cruda realidad de los hechos, se convenciesen las clases laboriosas de que tal esperanza con la República era una quimera irrealizable.
Sin embargo, no se siguió este camino. ¿Por qué?


Las causas


No cabe la menor duda de que, a poco de proclamarse la República, comenzó la desviación que la Confederación Nacional del Trabajo ha sufrido. La CNT fue alejándose de lo que eran sus fines y modalidad, para entrar en terrenos francamente peligrosos. Hubiera debido resistir, pero no pudo prevenirse para guardarse de la influencia de una organización que por hacer ostentación de los ideales anarquistas se colocaba en situación favorita por la tendencia que en la CNT se había manifestado en el congreso de 1919 y por la cultura y preparación que de los anarquistas habían recibido las multitudes confederales. Sus elementos más ponderados trataron de hacer frente a la desviación que se apuntaba, pero una gran parte de las masas que se agrupaban en los sindicatos desoyeron La voz de los que les llamaban a la razón y siguieron la de la demagogia más desenfrenada. Era natural. Aquéllos les hacían ver que la acción era sacrificio, trabajo, labor; que era la obra lenta pero segura de la perseverancia. Éstos les ofrecían la redención, la libertad, la justicia y el bienestar. Y se lo ofrecían sin esfuerzo. ¿Y quiénes eran éstos que así obraban, perturbando la CNT con prédicas propias de políticos arribistas y sin conciencia?

La FAI

Para nadie es un secreto la existencia de grupos anarquistas en nuestro país. Desde últimos del siglo pasado era corriente esta forma de organización. Pero estos grupos habían actuado siempre al margen de la organización sindical de los trabajadores.
Pero en el año 1927 se constituyó una organización cuya finalidad era coordinar las actividades de los grupos anarquistas existentes en España y Portugal. Y esta organización adoptó el título de Federación Anarquista Ibérica.
A partir de este momento pudo intervenir en el desarrollo de la CNT y desnaturalizar, al mediatizarla, sus finalidades de clase al mismo tiempo que ella perdía o desnaturalizaba su contenido doctrinal y se convertía, de organización específica, en partido simplemente revolucionario. Y para quien dude de lo que afirmamos, ahí está lo que sus hombres más representativos han dicho en la tribuna y lo que sus publicaciones oficiales y oficiosas han confirmado, para demostrarlo.

Sus injerencias en la CNT

Con una sinceridad que revela falta de valor para aceptar la responsabilidad de la propia conducta cuando ésta ha de ser juzgada, han pretendido, la FAI y sus hombres, negar que trataran de intervenir en las actividades de La Confederación. Sin embargo, los hechos que han traslucido a la opinión y los que permanecen ignorados y que por la gravedad de los mismos nos abstendremos de mencionar, prueban todo lo contrario.
Ateniéndonos, pues, sólo a los primeros, citaremos lo ocurrido en el congreso extraordinario de la CNT celebrado en junio de 1931 en Madrid. La mayor parte de las sesiones transcurrieron en escándalo permanente, por la constante intervención de los elementos al servicio de la FAI. La vemos después maniobrando en los plenos de la regional catalana hasta llegar al nombramiento de un comité regional a hechura suya y de un director para «Solidaridad Obrera» que fuese su instrumento ciego y servil. Más tarde, el congreso de la regional levantina, celebrado en Murcia, no puede terminarse debido a las intemperancias de los servidores de la FAI. Y en la misma región vuelven a reproducirse los hechos con ocasión del último congreso celebrado en Alcoi.
Otro tanto ocurre en Andalucía. Durante su congreso regional, en septiembre de 1931, las intervenciones de la FAI son causa de que el mismo tome acuerdos contrarios a los del congreso extraordinario de la CNT que ya hemos señalado. Y encontramos otra vez dicha intervención durante el pleno de la regional catalana, en Sabadell, a últimos de abril próximo pasado, dando lugar a que los sindicatos de esta localidad acordaran retener el importe del sello confederal hasta que la organización rectificara sus procedimientos, actitud que ha provocado situaciones gravísimas y que, como todos saben, aún perduran. La vemos todavía, claramente acentuada, en el nombramiento de director y redacción para "CNT", el órgano en la prensa diaria de La Confederación Nacional del Trabajo. Y en las maniobras y contubernios para tener bajo su dominio a los comités confederales y a las juntas de los sindicatos de Barcelona, adquiriendo dicha mediatización matices francamente insoportables en la orientación que se ha dado a los órganos que en la prensa tiene la Confederación, «Solidaridad Obrera», en Barcelona, y "CNT" en Madrid. Pasando por encima de los acuerdos y de los congresos, y del criterio de la mayoría de trabajadores pertenecientes a la Confederación Nacional del Trabajo, se les ha hecho decir a los periódicos que la CNT es anarquista, y que el que así no lo quiera aceptar, que se vaya.
Por otra parte, el propósito de la FAI ha sido siempre el mismo: colocar a la organización ante los hechos consumados. Prepararlos en la sombra, llegar a su realización, y cuando se ha llegado, como todos salen mal, decir que ella nada tiene que ver y que la organización es la única responsable.
¿Consecuencias? Que la mediatización de la CNT por la intervención de la FAI, ha sido perjudicial para la marcha normal de aquella, desviándola de su camino y provocando, como hoy lo vemos, por una parte el descrédito absoluto, y por otra el apartamiento de las clases trabajadoras de su organismo predilecto, debilitándose su poder combativo frente al estado republicano y la burguesía eminentemente conservadora.
Ahora cabe preguntar: ¿con qué fin?

Fines revolucionarios

La FAI no los ha negado. Hay que reconocer que ha sido sincera. Así como después que ha contribuido en absoluto a provocar los movimientos, al perderse, ha renunciado a su paternidad; por el contrario, cuando se ha tratado de decir qué fines persigue, ha contestado siempre lo mismo: la revolución. La FAI quiere, por encima de todo, la revolución. No quiere saber, ni le interesa, cómo vendrá dicha revolución, cuáles serán sus consecuencias y las posibilidades para hacerla. Dice que todo esto es perder tiempo, que debe emplearse en preparar la revolución. Lo demás no le importa. Por eso practica el doble juego de aparecer en público como inspiradora de la revolución, negando después, en cuanto la revolución se intenta y fracasa, que sea «aquella» su revolución.
Además, concibe la revolución de manera más simplista: tener armas, tener municiones, tener elementos bélicos de combate y luego aprovechar cualquier descontento del pueblo, o que a la FAI le parezca tal, para salir a la calle. Bastan, siempre según ella, unas minorías audaces. Éstas se lanzan al tumulto y procuran, desde el primer momento, aterrorizar al adversario mediante un ataque imprevisto y violento, y cuando el pueblo vea la actitud de estas minorías se pondrán a su Lado, ayudándolas a proseguir su obra demoledora. Tal es el concepto que de la revolución tiene la FAI, cuya exacta reproducción encontramos en lo sucedido en día 8 de enero próximo pasado. Esta es su táctica revolucionaria para implantar, si triunfa, el comunismo libertario.
Demostrar que esa táctica es errónea y la negación más absoluta del verdadero concepto revolucionario que hoy debe detenerse, es inútil intentarlo, pues los hechos, más elocuentes que todas las razones, sobradamente lo confirman. Sin embargo, por nuestra parte, aunque equivocada, nada tendríamos que decir de tal interpretación de cómo v cuándo ha de hacerse La revolución si tras ella no se arrastrara a La Confederación Nacional del Trabajo.
Si la FAI quiere hacer la revolución, que la haga. Si su criterio es que bastan minorías audaces para comenzar la lucha con actos terroristas para asustar al adversario, pensando que luego el pueblo, por miedo o por entusiasmo, seguirá a dichas minorías, nada tenemos que decir en contra, aunque lo lamentemos. Pero que La FAI pretenda arrastrar a la organización confederal que se valga de que elementos suyos ocupen los cargos de máxima responsabilidad en ella para lanzar a miles de trabajadores en aventuras sangrientas como las pasadas, no; esto no, y ello no puede consentirse ni un momento más. Y porque no puede consentirse, ni queremos consentirlo, hay que extirpar de la Confederación los poderes extraños que la mediatizan.

Independencia de la Confederación

Se ha dicho que cuando se pide la anulación de los poderes extraños que mediatizan a la Confederación, se quiere desvirtuar su finalidad; lo que no es cierto. Lo que se quiere es que la Confederación Nacional del Trabajo, en tanto que organismo sindical con personalidad y orientación propias, debe rechazar toda orientación que la impida obrar con arreglo a lo que sus congresos y plenos, ordinarios y extraordinarios, determinen.
Toda tentativa en el sentido de mediatizarle debe considerarse como fuerza y poder extraños a la Confederación, y como a tales se les debe apartar del círculo de sus actividades diarias y constantes. Su desarrollo y sus luchas. tanto Las del presente como las del futuro, las emprendidas para alcanzar mejoras inmediatas como las orientadas hacia la labor del mañana, las de combatir al capitalismo y al estado, como las de preparar la obra profunda de la revolución, deben ser pensadas, dirigidas y realizadas por ella misma. Todo lo que no sea proceder de esta manera será entorpecer la marcha de la organización y perturbar constantemente su desarrollo.
Lanzar a la organización a ciegas aventuras, tomarla por instrumento de ensayos dolorosos e infecundos, como los que acabamos de presenciar; arrastrar a los hombres que la componen a luchas cuyo fracaso es evidente antes de intentarlas; aprovechar el entusiasmo de los viejos y jóvenes que en ella se agrupan para hacerlos carne de presidio y blanco de las balas homicidas; hacer todo esto con la Confederación, pero sin que ella lo determine y acuerde, sino impulsada, sojuzgada, arrastrada a ese terreno por organismos extraños a ella y por poderes que no nacen de sí misma, si hasta hoy ha ocurrido, no estamos dispuestos a tolerarlo ni un día, ni una hora, ni un minuto más.

¿Qué queremos?

En pocas palabras lo vamos a decir. Serenamente, sobreponiendo el razonamiento a la pasión, hemos enjuiciado lo pasado. Con el mismo criterio, guiados por el mismo fin, enjuiciaremos el futuro.
Los sindicatos que firmamos este manifiesto, pertenecientes todos a la Confederación Nacional del Trabajo y a la confederación regional catalana, no queremos, repetimos, que lo pasado vuelva a reproducirse. Por ello decimos a las organizaciones de España, a todos los sindicatos pertenecientes a la Confederación: basta de jugar con nosotros, basta de quimeras que nos acaban de hundir en el ludibrio y la infamia. Y a los sindicatos de Cataluña: la causa del mal radica, vive y se alimenta en nuestra región. Y para remediarlo os proponemos lo siguiente:
Primero. Convocatoria de un pleno regional extraordinario, cuya fecha de celebración será, inaplazadamente, el 26 de febrero próximo y días sucesivos.
Segundo. En este pleno se hará efectiva la dimisión del comité regional y de su secretariado, nombrando nuevo comité y nuevo secretariado, cuya residencia no será Barcelona.
Tercero. Dimisión del comité nacional.
Cuarto. Dimisión del director y redacción de «Solidaridad Obrera» y nombramiento de nuevo director.
Quinto. Proclamar la más total, completa y absoluta independencia de la Confederación Nacional del Trabajo en relación con cualquier otra organización partidista o de otra naturaleza, y que sus organismos —comités pro presos y demás— estén exclusivamente compuestos de delegados directos de los sindicatos.
Sexto. Nombramiento de una comisión investigadora de la labor administrativa del comité regional.

Manresa, enero de 1933.

Sindicats que firmaren el manifest de constitució
dels
Sindicats d'oposició a la CNT
Ram Tèxtil i Fabril de Sant Boi de Llobregat.
Secció d’Arts Gràfiques de Ripoll
Secció de Construcció i Secció Varis de Ripoll.
Secció de la Metal•lúrgica de Ripoll
Sindicat d’Elaborar Fusta i Annexes de Sabadell.
Sindicat d’Obrers Varis de Montblanc.
Sindicat d’Oficials i Peons Paletes de Tarragona.
Sindicat d’Oficis Varis de Torelló i Comarca.
Sindicat de l’Art Fabril i Tèxtil de Manresa.
Sindicat de l’Art Fabril i Tèxtil de Valls.
Sindicat de les Indústries Gràfiques de Sabadell i Comarca.
Sindicat de Treballador de Castellbell i Vilar.
Sindicat de Treballador de Pont de Vilumara.
Sindicat de Treballador de Sant Vicenç de Castellet.
Sindicat de Treballador del Camp de Vallmoll.
Sindicat de Treballador del Camp, de Figuerola.
Sindicat de Treballador del Camp, de ValIs.
Sindicat de Treballadors Industrials de Valls.
Sindicat del Ram del Cartró, Paper i Similars de Mataró.
Sindicat del Transport d’Igualada.
Sindicat Llum i Força, Secció Manresa.
Sindicat Metal•lúrgic de Manresa.
Sindicat Únic de Dependents Barbers i Perruquers de Sabadell
Sindicat Únic de Funcionaris Municipal de Sabadell.
Sindicat Únic de Gas i Electricitat de Sabadell.
Sindicat Únic de l’Alimentació de Manresa.
Sindicat Únic de l’Art Fabril
Sindicat Únic de la Fusta, Manresa.
Sindicat Únic de la Indústria del Transport de Sabadell.
Sindicat Únic de la Indústria Vidriera i Annexes de Mataró.
Sindicat Únic de la Metal•lúrgica de Badalona.
Sindicat Únic de la Metal•lúrgica i Similars de Sabadell.
Sindicat Únic de Treballador de Callús.
Sindicat Únic de Treballador de Gironella.
Sindicat Únic de Treballador de Puig-reig.
Sindicat Únic de Treballador de Sant Feliu de Codines.
Sindicat Únic de Treballador de Santa Coloma de Queralt.
Sindicat Únic de Treballador de Santa Perpètua de la Mogoda.
Sindicat Únic de Treballador de Sentmenat.
Sindicat Únic de Treballador del Pla de Cabra.
Sindicat Únic del Ram de Construcció de Sabadell.
Sindicat Únic del Ram de l’Alimentació de Sabadell.
Sindicat Únic del Transport de Manresa.
Societat de l’Art Fabril d’Obrers de Gènere de Punt de Mataró. Leer más...

DE LA REFUNDACIÓN DE LA CNT AL CONGRESO DE UNIFICACIÓN.

Tras la derrota de 1939 y la dura represión sufrida durante los primeros años del franquismo, en los años 50 la CNT estaba conformada por dos facciones enfrentadas en el exilio y algunos núcleos de militantes clandestinos en el interior. Había perdido su papel hegemónico entre la clase trabajadora española.

A finales de los 60, las luchas obreras y sociales antifranquistas dieron lugar a una serie de grupos que actuaban en ámbitos laborales, estudiantiles y vecinales y que tenían como principales características comunes la autonomía respecto de los partidos políticos, el antiautoritarismo en su funcionamiento y estructuración, el compromiso antifranquista y de clase y la voluntad de transformación social.

También, una profunda admiración por la tarea constructiva de la CNT en la revolución del 36. Las colectivizaciones industriales y agrarias se presentaban como precedente de la autogestión que proponían. Sin embargo, los representantes oficiales en el exilio[1] provocaban desconfianza por el análisis de la situación en España y su visión patrimonialista de la CNT.

El papel de la CNT en la transición
Durante el proceso de transición política, la CNT tuvo que compatibilizar su propia estructuración (secciones sindicales, sindicatos, federaciones territoriales, comités coordinadores), en un proceso de continuo crecimiento y ampliación de sus marcos de influencia hasta 1978, con una activa intervención en las problemáticas laborales[2] y una pugna interna sobre el modelo organizativo y de intervención.

Ésta se daba entre los defensores de la vigencia de los acuerdos (principios, tácticas y finalidades) del Congreso de Zaragoza de 1936 y de la CNT ortodoxa del exilio y los que pretendían transformar la CNT en un movimiento globalista contra quienes planteaban una renovación y una adecuación de las estrategias del anarcosindicalismo a la realidad del último tercio del siglo XX, entre los que se contaban también quienes habían formado Frente Libertario en el exilio.

1976: La reconstrucción de la CNT y la lucha por la libertad sindical
En febrero de 1976 se produjeron las asambleas de reconstrucción de Madrid, Barcelona y Valencia. Un llamamiento a “todos los núcleos libertarios interesados en la reconstrucción de la CNT”[3] reunió centenares de personas en la sala de actos de la iglesia de Sant Medir, en el barrio barcelonés de Sants. De la Asamblea de Sants salió el compromiso de construir la nueva CNT y la formación de una comisión de trabajo para organizar el proceso constitutivo de la organización catalana y su confluencia confederal.
Además de la reivindicación histórica de la CNT (“conjunción del sentimiento de emancipación de la clase obrera”) se ponían las bases para la construcción de un sindicato con aspiraciones de transformadoras “no un mero sindicato reivindicativo”, y se expresaba la voluntad de compromiso “con amplios sectores de trabajadores” y de potenciar los principios del sindicalismo revolucionario “sin exclusiones ni exclusivismos”[4]

El primer pleno de regionales de esta etapa se celebró en Madrid el 22 de febrero y, desde abril, el Comité Regional del Centro empezó a funcionar como organismo coordinador. En julio, en un nuevo Pleno se sumaron Euskadi, Murcia, Asturias y Cantabria. En agosto, se celebró el I Pleno de Andalucía.[5]

La libertad sindical

Uno de los principales debates ante los que se situó el sindicalismo antifranquista fue el futuro de la estructura sindical corporativa. La mayoría de quienes participaron en la reconstrucción de la CNT optaron por la abstención en las elecciones sindicales del 75, uno de los últimos intentos de lavarle la cara a la CNS. Sin embargo, CCOO y USO decidieron aprovechar la coyuntura.

Ante las intenciones de determinados ministros tardo franquistas (Martín Villa o Areilza) de travestir el sindicato vertical en una “sola unión democrática y representativa de los trabajadores, independiente del Estado y la patronal”[6], la posición de la Confederación fue frontal: la CNS debía desaparecer y sus propiedades retornadas a las organizaciones sindicales.

En Las razones de un no[7], se explicaba la negativa a entrevistarse con el ministro de Relaciones Laborales, De la Mata, porque se consideraba que se intentaba alargar la vida del postfranquismo y “lo que (la CNT) exige es la libertad sindical y la aplicación sin más de las disposiciones que garanticen a las organizaciones hoy todavía ilegales el pleno usufructo de esa libertad”.

Tampoco se participó en la Coordinación de Organizaciones Sindicales y se valoró negativamente (también UGT y ELA) la propuesta de CCOO de celebrar un congreso constituyente del movimiento obrero español para conformar una central única. La editorial de Solidaridad Obrera, de junio-julio, hacía una estricta separación entre unidad, a la que la CNT se apuntaba, y unicidad, que se menospreciaba frente a los valores fundamentales de la libertad sindical y la pluralidad. También se criticaba que fuera una correa de transmisión de determinados intereses políticos.

1977: crecimiento y boom libertario

“En 1977 las expectativas de crecimiento parecen augurar un buen futuro... la CNT busca su papel. La tónica general en estos primeros meses de funcionamiento va a caracterizarse por un movimiento pendular; por un lado la lógica intervención en distintos conflictos laborales... Frente a estas expectativas de crecimiento sindical, las discusiones y enfrentamientos internos van minando la moral de los afiliados,...”[8]
Miles de personas acudieron a los mítines de San Sebastián de los Reyes (marzo) y Montjuïc o a las Jornadas Libertarias de Barcelona (julio) Algunas luchas y negociaciones protagonizadas por la CNT tuvieron una amplia repercusión mediática y sindical. Y, según las cuentas (difíciles de demostrar) del Pleno Nacional de Regionales de septiembre, la Confederación tenía 120.000 afiliados.

Para Zambrana[9], el mitin de Montjuïc (aunque considera que fue una ocasión perdida), las Jornadas Libertarias Internacionales y la intervención social urbana a través de los Ateneos Libertarios fueron los elementos centrales para trasladar el discurso libertario a la sociedad y, especialmente, a los jóvenes.

Pero, según Torres Rayan[10], el problema del modelo organizativo no resuelto (sindicato o movimiento) se subrayó aún más en 1977 con el llamado “boom libertario” que coincidirá en el tiempo con el reflujo de la lucha obrera y los Pactos de la Moncloa, la imposición definitiva de la reforma política sobre la ruptura y el principio del desencanto.

Mientras en muchos sindicatos cenetistas se institucionalizaban las asambleas ideológicas, el sector sindicalista daba prioridad a la actuación en las empresas y, en especial, a la negociación colectiva (“claves en el contexto del debilitamiento de la lucha obrera”) y a los comités de empresa. Esta tendencia más pragmática comenzó a dar resultados a finales del 77: “dinámica sindical mucho mayor y fundación de algunos sindicatos nuevos y más dinámicos”. Entre tanto, la FAI había iniciado una fase de control en el ámbito estatal que había dado sus frutos en Madrid y el País Valencià.

En plena euforia cenetista, el año finalizaría con dos medidas de amplio espectro: los Pactos de la Moncloa (octubre) y el nuevo modelo de representación sindical (diciembre)

El modelo organizativo

Torres Rayan[11] sostiene que en el proceso de reconstrucción de la CNT colisionaron dos conceptos o interpretaciones del movimiento libertario y del movimiento sindical: “las fuerzas que se habían identificado con el anarquismo desde los años 70 en España, al margen de la CNT, y las fuerzas apoyadas por la organización exiliada de Toulouse”. La ambigüedad de la reconstrucción dio al exilio la oportunidad de ejercer su influencia sobre la CNT aunque “las fuerzas de la ‘nueva’ CNT excedieron en mucho el peso de los aliados del exilio”.

En enero de 1977, medio centenar de personas fueron detenidas por la policía en Barcelona bajo la acusación de pertenecer a la FAI. Estas detenciones y su vinculación a la CNT provocaron una primera salida de afiliados y un fuerte debate entre quienes planteaban la defensa incondicional de los detenidos y quienes querían distanciar a la CNT de estas actuaciones, “... la violencia de estas luchas causó un impacto tremendo sobre la composición de la CNT de Catalunya, con la salida de militantes sindicales experimentados, que fueron sustituidos por el elemento pasota-ácrata”[12].

Años después, Edo acusaba a los más puristas de estar detrás de los hechos “... que la CNT volviera a ser una organización amplia y con prestigio entre los trabajadores... hubiera supuesto mayor dificultad para quienes... su obsesión fue la de controlar y dirigir la CNT,..., montan precipitadamente la reconstrucción de la FAI … se les pasa por alto la convocatoria en la reunión de un conspicuo confidente de la policía. No importa, ya correrá la CNT con la solidaridad necesaria… Hay que radicalizar las acciones en las que intervenga la CNT para sacar a los reformistas de los comités”.[13]

En un artículo sin firma[14], donde se ve la mano del secretariado de Catalunya, se afirmaba que la CNT no era una organización específicamente anarquista ni tampoco un sindicato únicamente reivindicativo, y la definían como anarcosindicalista. Rechazaban cualquier tipo de dogmatismo y se mantenían distantes de otras organizaciones próximas (en velada referencia a la FAI) para defender la autonomía de la organización: “La CNT… debe seguir levantando la bandera de la autonomía de clase por ser consustancial con ella misma y una exigencia del movimiento obrero que no acepta mediatizaciones”.

En la misma línea[15] se planteaba la adecuación de las estrategias y tácticas de la organización a la sociedad del momento: el pacto social, la representación por delegados, las reivindicaciones inmediatas,... Ante la diversidad humana e ideológica que convivía a la CNT (“Desde los sindicalistas conscientes hasta los folklóricos de la bandera negra y la A pintada en el culo, sin olvidar los marxistas libertarios, los ‘pasaos’ de Ajoblanco, los malos copistas del situacionismo, algún ex-MIL en vías de regeneración, una cierta gauche anarco-divine, los exiliados que han parado su reloj en el 36, etc.”), se llegaba a la conclusión que estos elementos no podían dar la imagen pública de la CNT, se pedía la combinación de libertad individual y autodisciplina organizativa para construir una organización seria y creíble para los trabajadores y se consideraba que la reconstrucción de la FAI era contraproducente.

A la defensa de la facción ortodoxa del exilio y de la FAI, como específica anarquista y grupo de presión en la CNT, se unieron las voces de quienes consideraban que el modelo organizativo sindical estaba trasnochado y no permitía recoger a las nuevas fuerzas potencialmente revolucionarias representadas por los sectores más marginales. Esta tesis de la organización global o globalista encontró eco entre los llamados pasotas, algunos sectores jóvenes y los más desclasados o sin realidad sindical. No obstante, hicieron buenas migas con los defensores de la ortodoxia.

Rivera[16] señala que las diferencias insalvables sobre modelos organizativos eran producto de la confluencia de “bases obreras clásicas, tradiciones autonomistas, renovadores libertarios y jóvenes atraídos por una ideología difusa... y preocupados más por cuestiones vivenciales o (contra)culturales que clasistas o sindicales” Estos modelos fueron: el sindicalista revolucionario (de base sindical, cuya estructura territorial permite intervenir socio-políticamente), el consejista (que primaba el asambleismo y consideraba el sindicato un “obstáculo” para la espontaneidad de la clase obrera) y el integral o globalista (que consideraba que el individuo explotado y marginado era el nuevo sujeto revolucionario y que la CNT debía tener una estructura más flexible para incorporar sectores de los movimientos sociales y marginados, en las mismas condiciones que los sindicatos de sector)

1978: el caso Scala, el CN en Barcelona y las elecciones sindicales

Los Pactos de la Moncloa inauguraron la reciente y abundante retahíla de pactos sociales. Presentaban unas características especiales debido a que sus firmantes fueron los principales representantes políticos de la transición, pero sus consecuencias más negativas (control salarial, reconversiones industriales, regulaciones laborales,...) se dejaron notar en el terreno sociolaboral y afectaron a aspectos que, desde el final del franquismo, se habían dirimido en la negociación colectiva.

La supeditación de las direcciones de CCOO y UGT a las estrategias de sus correligionarios políticos PCE y PSOE dibujó un nuevo escenario sindical. La actividad sindical, que había sido uno de los principales focos de conflictividad social en los últimos tiempos del franquismo y en el inicio de la transición, quedaba mediatizada por objetivos políticos y económicos diseñados en un consenso lejano y ajeno.

Especialmente en CCOO, se abrió una primera crisis de importantes magnitudes que sirvió para dar cuerpo a la CSUT y al SU (dos sindicatos contestatarios a la línea oficial, en parte mediatizados o dependientes de partidos escindidos u opuestos, en la órbita marxista, al PCE) y para que una parte significativa de los descontentos giraran su vista hacia la Confederación.

Para la CNT se trataba de hacer pagar a las clases populares la adecuación de la economía española a la crisis y a las exigencias del libre mercado y hacer retroceder las conquistas salariales y laborales.

Se lanzó una intensa campaña contra los Pactos de la Moncloa. Entre otras acciones, en enero del 78, una manifestación de más de 10.000 personas recorrió el Paralelo barcelonés. Finalizada, el lanzamiento de cócteles molotov contra la sala de fiestas Scala, símbolo de la nueva clase media, provocó un incendio y la muerte de 4 empleados (algunos afiliados a la CNT)

Casi 30 años después, sería ingenuo considerar una simple coincidencia que el mismo día de la más importante respuesta contra los pactos que sellaron la “modélica transición pactada”, un grupo de jóvenes (con la ayuda de un confidente o agente policial) quemase la sala de fiestas Scala y se iniciara una campaña gubernamental y mediática de incriminación de la CNT, que tuvo relación directa con su crisis posterior. La imagen de organización violenta o terrorista fue difícil de combatir “…y sin duda ocasionó la salida de obreros de los sindicatos de la CNT…” [17] y se produjo un nuevo éxodo “… la afiliación queda reducida a menos de la mitad en muy poco tiempo. Se provoca una fuerte polémica..., entre los que exigen el apoyo incondicional a los militantes detenidos y los que supeditan el apoyo a una investigación… y que…se haga manifiesta la desvinculación de la CNT respecto de las acciones individuales de sus afiliados”[18].

Este clima se reflejó en el pleno de febrero del mismo año de la CNT de Catalunya, en la que plasmó “la creciente incapacidad de los sindicatos de expresar su opinión en la CNT,… , cuando sindicatos que llevaban acuerdos pidiendo clarificación del caso Scala no los presentaron, por miedo a la reacción de la FAI”[19]

El Comité Nacional en Barcelona

El Pleno Nacional de abril de 1978, eligió a Enric Marcos como secretario general y a Barcelona como sede del secretariado permanente. Todo parecía indicar que se trataba de un respaldo a la línea de actuación más sindicalista de la mayoría en Catalunya, frente a los intentos de la FAI de conseguir un secretariado afín en Madrid. Pero, el asunto del Scala y la posición sobre las elecciones sindicales fueron dos pesadas losas. “De todos modos, el comité nacional de Marcos confirmó el tipo de práctica sindical puesta en marcha ya por la oposición en Catalunya, con un énfasis… en las secciones sindicales y su referencia a las limitaciones de la acción asamblearia”[20]

A finales de 1978, se añaden nuevas trabas. Ramon Barnils y el equipo de Solidaridad Obrera (que habían conseguido una aceptación y un prestigio muy por encima de cualquier publicación de organización) dimitieron ante las presiones de quienes consideraban que debían tener una línea más orgánica; y, en Sevilla, se produjo la detención de miembros de la Federación Ibérica de Grupos Anarquistas, lo que “agravará aún más la polémica interna que los grupos específicos y su lucha armada habían provocado en los sindicatos”[21]

El modelo de representación sindical

La regulación legal de la representación de los trabajadores en la empresa, que se estableció en 1977, se basaba en los comités de empresa o delegados de personal elegidos por los trabajadores y trabajadoras. Esto chocaba con el modelo tradicional de secciones sindicales del sindicalismo histórico español. Se criticó el modelo por su tendencia al corporativismo (sindicalismo de empresa), el freno que suponía a la sindicación y la previsible separación de los delegados de sus representados[22]

No obstante, el sector renovador optó por presentarse a las elecciones sindicales (en candidaturas CNT o por decisión asamblearia), intentando superar los aspectos más negativos de la ley y aprovechando los que se consideraban positivos (información y propaganda en horas de trabajo, convocatorias de asambleas, acceso a información de la empresa, representación legal,...), dejando la puerta abierta a practicar otros modelos más participativos y directos en las empresas donde la mayoría de trabajadores/as estuvieran de acuerdo.

Esta postura táctica fue duramente criticada por los sectores más fundamentalistas y, finalmente, se adoptó oficialmente una postura abstencionista. La radicalización del enfrentamiento en este apartado, junto a otros aspectos de carácter mucho más internista y de relaciones de poder[23], supuso la pérdida de una gran oportunidad para consolidar y aumentar una representatividad sindical aún significativa. Así como una de las causas fundamentales de la crisis de la CNT a finales de los 70, al tomar como una de sus señas de identidad la negativa a participar en las elecciones sindicales[24]

1979: plenos y más plenos, expulsiones y el V Congreso

Con una pérdida galopante de afiliación y una actuación sindical general cada vez menos efectiva, debido tanto a las consecuencias de la crisis económica como al cambio de las reglas del juego en la representación sindical, la CNT se enfrasca en la preparación de su primer congreso en territorio español desde 1936.

Convocado en el Pleno Nacional de Regionales de febrero (en el que aparecen dos delegaciones valencianas) dará lugar a tres plenos más (abril, junio y septiembre) en los que se pedirá la disolución del Comité Nacional de la CNT en el exilio (que no se produjo), el retraso del congreso de octubre a diciembre y el cambio de lugar de celebración (Asturias será substituida por Madrid) Las discusiones de los plenos fueron absolutamente peregrinas y directamente relacionadas con aspectos técnicos del congreso. La labor organicista eclipsó completamente a la actividad sindical.

Pero, mientras tanto las cosas se movían y en una determinada dirección. En Catalunya, se procedió a la crítica, descalificación y posterior expulsión de los afiliados miembros de los Grupos de Afinidad Anarcosindicalistas (“estos grupos... estaban comprometidos a restaurar la democracia en al CNT y determinados a que la dirección anarcosindicalista de la organización prevaleciese”)[25], algunos de ellos miembros del secretariado permanente confederal y otros con responsabilidades en sus sindicatos. Pronto hizo fortuna la expresión paralela, aunque “la diferenciación entre organización específica (supuestamente anarquista y, sin voluntad de poder) y organización paralela nunca se acabó de entender de forma clara”[26]

De lo que se trataba era de dejar fuera de la cita congresual a los representantes de una corriente de opinión que propugnaba: sindicatos conformados por trabajadores/as, la no exigencia de una determinada ideología, el federalismo en la toma de decisiones, las asambleas como órganos soberanos de los sindicatos,...”una organización de clase que manteniendo el objetivo último del comunismo libertario, asume la estrategia emancipadora del sindicalismo revolucionario, que se nutre de la propia experiencia de las luchas obreras”[27]

En junio, una operación policial acaba con la muerte de un presunto miembro de la FIGA y la detención de 17 más en Almería, Madrid y Barcelona. En el pleno de septiembre, la CNT reconoce 51 presos libertarios.

“La CNT envuelta en su batalla para preparar el Congreso, estaba casi totalmente ausente de la lucha del movimiento obrero en 1979, el año en que la baja en la lucha obrera fue considerablemente mayor,…Una fase de la transición política en España había llegado a su fin, y con ello, un capítulo de la historia de la CNT”[28]

El Congreso de la Casa de Campo

En este ambiente, los meses previos al congreso se produce un bombardeo de artículos en los medios confederales (Montseny, Campos,...), en los que bajo una pretendida pátina histórica se daba la versión ortodoxa y gloriosa de la CNT, tanto durante la Guerra Civil como en el exilio. Historicismo e idealización de una CNT todopoderosa que “resurgía de sus cenizas cual ave fénix”[29]

El V Congreso no fue otra cosa que la reafirmación de los principios, tácticas y finalidades inamovibles desde el 36, acompañadas de referencias y posiciones marginales respecto de la situación social y laboral del momento que contentaban a los sectores globalistas. Gómez Casas justifica este paso porque “ir hacia los trabajadores (¿qué trabajadores?) dejando atrás la esencialidad para ir más deprisa, eso sería ir rectamente a la integración en el sistema, que es lo que hacen los partidos y las centrales dependientes”[30]

No obstante este clima propicio, las vulneraciones de reglamentos y normas y las intimidaciones que se produjeron para obtener los resultados programados, 53 delegados firmaron un escrito pidiendo la suspensión del congreso por sus irregularidades y abandonaron el mismo al ser rechazada su reclamación.

De la ruptura a la reunificación
“El radicalismo antisistema, marginal se impuso en la CNT, y quedó para las sucesivas escisiones y para su agrupación posterior la posibilidad de... cambiar lo fundamental en la práctica... para adaptarse a la nueva realidad social”.[31]

Sobre la base de los sindicatos impugnadores del V Congreso y de personas y secciones sindicales que se habían ido quedando en el camino (a raíz de los múltiples conflictos internos o de posiciones orgánicas marginales) se fueron conformando sindicatos autónomos que confluyeron en 1980 en el VI Congreso; que dio lugar a otra CNT, conocida como CNT-Congreso de Valencia, en oposición a la CNT-AIT (que colocaba las siglas de la internacional –prácticamente inexistente- como símbolo de reconocimiento y esencialismo)

Las dos organizaciones muy mermadas de afiliación y de proyección sindical iniciaron dos caminos opuestos: la CNT-CV tratando de buscar un espacio sindical sobre la base de un acercamiento a la realidad laboral y la CNT-AIT en su línea de reafirmación ideológica.

Tras el congreso de Barcelona, en 1983, de la CNT-AIT, sectores de esta organización vieron necesario provocar un cambio de rumbo. Después de más de 3 años de la reafirmación de los principios, tácticas y finalidades y de la expulsión de todos los enemigos internos, se continuaba sin ocupar un espacio significativo en el movimiento sindical español. Constituyeron los sindicatos de oposición de la CNT-AIT y comenzaron conversaciones con la CNT-CV con el propósito de ir fortaleciendo el conocimiento mutuo y superar las diferencias y desconfianzas que aún existían.

El VIII Congreso de la CNT-CV (29, 30 y 31 de octubre y 1 de noviembre de 1983, en Madrid) realizó un llamamiento a la reunificación confederal basado en el restablecimiento de un clima de respeto, tolerancia y apoyo mutuo. Se entendía que, de persistir en la discordia, el porvenir de la CNT y las ideas libertarias estaban seriamente amenazadas y condenadas a la extinción. Se llamaba a las bases de la CNT-AIT a iniciar un proceso transparente de unificación que confluyera en la fusión de ambas CNT, propiciando la celebración de un congreso extraordinario de reunificación lo antes posible.[32]

La respuesta fue desigual, mientras en algunos casos se procedió a un buen entendimiento y al establecimiento de mecanismos de intervención sindical y social conjuntos, en otros casos merodearon las agresiones y los asaltos de locales.

Finalmente, los días 29 y 30 de junio y 1 de julio de 1984 tuvo lugar en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid el Congreso Extraordinario de Unificación, que se desarrolló en un ambiente de gran tensión por la actuación de un grupo de iluminados en el exterior.

No obstante, sus resoluciones abrieron el camino a la CNT renovada y, más tarde, a la CGT: fuerte autocrítica de las actuaciones pasadas, abandono del criticismo negativista y del sindicalismo sin soluciones prácticas, construcción de una organización plural, destierro de la automarginación, aceptación de la participación en los comités de empresa (sólo desde dentro, se decía, se les puede vaciar de contenido) sin afectar a la táctica de la acción directa, elaboración de propuestas con objetivos concretos y reales que puedan ser asumidos y defendidos por los trabajadores,...[33]



Emili Cortavitarte Carral





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[1] Federica Montseny, Germinal Esgleas y la llamada CNT ortodoxa, con sede en la rue Belfort de Toulouse.

[2] Negociación colectiva, movilizaciones y huelgas en los sectores de gasolineras, metal, artes gráficas,... y en muchas empresas.

[3] Convocatoria de la Asamblea Confederal de Catalunya

[4] Acta de la Asamblea Confederal de Catalunya.

[5] Gutiérrez, J.L. y Guijarro González, J: La CNT en Andalucía: reorganización y conflicto en La oposición libertaria al régimen de Franco. FSS Ediciones. Madrid 1993; páginas 675 a 757.

[6] El Mundo Diario, febrero de 1976.

[7] Editorial de Solidaridad Obrera, núm. 4, octubre de 1976

[8] Gutiérrez, JL, y Guijarro, J; Op. Cit.

[9] Zambrana, Joan: La alternativa libertaria (Catalunya 1976-1979). Edicions Fet a mà. Barcelona, 2000.

[10] Torres Rayan, M; El anarquismo viejo y nuevo: la reconstrucción de la CNT, 1976-1979 en La oposición libertaria al régimen de Franco. FSS Ediciones. Madrid 1993, p 653 a 674.

[11] Torres Rayan, M; Op. Cit.

[12] Ibidem.

[13] Edo, Luis: 20 años de anarcosindicalismo en Catalunya, Librepensamiento nº 24.

[14] Es necesario debatir y construir. Solidaridad Obrera, marzo de 1977, portada.

[15] Sanz Oller, J. (pseudónimo del José Antonio Díaz, sindicalista de gráficas); Tribuna Libre. Solidaridad Obrera, marzo de 1977; p. 2 y 3.

[16] Rivera, Antonio: Demasiado tarde (el anarcosindicalismo en la transición española) Librepensamiento, nº 31

[17] Torres Rayan, M. Op. Cit.

[18] Edo, L. Op. Cit.

[19] Torres Rayan, M; Op. Cit..

[20] Ibídem.

[21] Gutiérrez, JL, y Guijarro, J; Op. Cit.

[22] Elaboremos una alternativa de organización sindical obrera, Solidaridad Obrera, julio-agosto de 1977.

[23] Cortavitarte, E: “Posicions, debats, confrontacions i sectors en la CNT de Catalunya (1976-1979) trabajo de doctorado no publicado.

[24] Rivera, A. Op. Cit.

[25] Tores Rayan, M: Op. Cit.

[26] Zambraba, J: Op. Cit.

[27] Grupos de Afinidad Anarcosindicalistas: Por una CNT anarcosindicalista.

[28] Torres Rayan, M: Op. Cit.

[29] Rivera, A. Op. Cit.

[30] Gómez Casas, J: Relanzamiento de la CNT, 1975-1979. Ediciones CNT-AIT. Madrid,

[31] Rivera, A. Op. Cit.

[32] VIII Congreso CNT. Acuerdos.

[33] Congreso Extraordinario de Unificación. Resumen de los acuerdos.
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Manifiesto de lo Jóvenes Anarcosindicalistas.

Desde hace demasiado tiempo, los jóvenes padecemos una larga serie de agresiones por parte de los poderes económicos y políticos.
Padecemos innombrables problemas, de los cuales nadie quiere encontrar solución. No hace falta que te los recordemos, cada día tienes que enfrentarte a ellos, nos sobran los ejemplos:

•Paro
•Precariedad laboral, ETT’s y explotacion.
•Imposibilidad de acceder a una vivienda digna.
•Recortes y privatización en la enseñanza y en la sanidad publica.
•Represión y control policial. Y mucho mas. Todo esto nos lleva a unas malas expectativas de futuro, ya es hora de decir BASTA. Ya es hora de cambiar esta situación.

Nos quieren hacer creer que todo es irremediable, pero hay planteamientos que pueden hacer posible cambiar esta situación:

•Libre asociación de todos y todas nosotras para unir esfuerzos.
•Movilización constante en la defensa de nuestros derechos sociales.
•Lucha por el reparto de trabajo y de riqueza.

Es imprescindible que nos organicemos, para enfrentarnos juntos a los problemas comunes y crear alternativas para poder acabar con las desigualdades sociales.
Los jóvenes anarcosindicalistas, los jóvenes de la CGT, somos un grupo de estudiantes y trabajadores que nos negamos a aceptar la realidad impuesta. Luchamos por recuperar la dignidad perdida.
Nosotr@s os invitamos a trabajar y participar en la Confederación General del Trabajo, porque:

•Somos asamblearios, es decir, no hay jerarquías, las decisiones son tomadas por todos y todas. • Somos autónomos, es decir, nuestra emancipación solo puede ser obra de nosotros mismos.
•Somos federalistas, es decir, la sociedad ha de basarse en la libre unión de los seres humanos.
•Somos solidarios, es decir, lo que afecta a mi compañero o compañera, también me afecta a mi.
•Somos anticapitalistas, es decir, las cosas np pertenecen a los que las tienen, sino a los que las necesitan.

En síntesis, somos una organización anarcosindicalista: en la que todos y todas tenemos derecho a participar y decidir. Te invitamos a hacerla tuya, te invitamos a movilizarte y luchar junto a nosotros y nosotras.

JOVEN EXPLOTADO, ¡ EXPLOTA !

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Un verano rojo y negro.

Hace exactamente 30 años, Barcelona era una ciudad libertaria. Los días 22, 23, 24 y 25 de julio de 1977, el Saló Diana, en la calle de Nou de la Rambla, y el parque Güell, se convirtieron en los polos principales de las Jornadas Libertarias, un acontecimiento a caballo entre el happening y el debate político y social en el que participaron unas 600.000 personas, la mayoría jóvenes que empezaban a descubrirlo casi todo.

Las Jornadas Libertarias se celebraron en BCN hoy hace 30 años y atrajeron a unas 600.000 personas.
El Saló Diana y el parque Güell fueron sus grandes escenarios


Hacía dos años que Franco había muerto en la cama. El presidente Adolfo Suárez hilvanaba los Pactos de la Moncloa, Madrid estaba todavía noqueado por los asesinatos en enero, a manos de la extrema derecha, de siete abogados laboralistas vinculados al PCE en su despacho de Atocha. En Barcelona, la Rambla ardía casi cada día en un ambiente donde reinaban los sevillanos Nazario y Ocaña, que se disfrazaban de Massiel con bolso y abalorios y se estaban acostumbrando a ir a comisaría detenidos por escándalo público.

Grupúsculos

Los jóvenes leían Makoki, quedaban en Zeleste, el de Plateria; en los drusgtores del Liceu y del paseo de Gràcia que cerraban de madrugada; en La Enagua o el Pastís. También militaban en grupúsculos al margen del PSUC hegemónico, que los miraba por encima del hombro: había trostkos, maoístas, leninistas, escisiones de escisiones. Los de Ajoblanco contra los de El Viejo Topo. En 1973 tuvo lugar el primer gran concierto de rock. King Crimson tuvieron que tocar desterrados en Granollers porque se temían algaradas si actuaban en Barcelona. Mucha gente regresó a casa a pie, al amanecer. Y todavía encogía el corazón la ejecución en la cárcel Modelo de Salvador Puig Antich, el 2 de marzo del 74.

En el 76 se había constituido la Assemblea de Treballadors del Espectacle, muy activa, y el 2 de julio del 77, en Montjuïc, se había celebrado un mitin monstruo con unas 300.000 personas reunidas para escuchar a la anciana cenetista y antigua ministra de la República Federica Montseny, que no daba crédito. Abundaban los mítines, las cargas policiales y los encontronazos con la extrema derecha. Empezaban a llegar noticias sobre el feminismo norteamericano, los panteras negras y las comunas. Vivir era barato; el consumo se desconocía. Viajar a la India, casi una obsesión y el Magic Bus rumbo a Katmandú, algo tan mítico como pisar el Voldelpark de Amsterdam. Los jóvenes convertían en un héroe al líder de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), Buenaventura Durruti, según el biopic del ensayista Hans Magnus Enzensberger El corto verano de la anarquía, que publicó junto con Las cuatro tesis de Mao la editorial Anagrama.

En ese contexto complejo, lleno de sobresaltos, se cocieron las jornadas libertarias, de las que quedan no demasiados testimonios fotográficos y una única serie documental filmada por Vídeo Nou que se puede ver actualmente en el Macba. Pepe Ribas, director de la revista libertaria independiente Ajoblanco, recuerda muy bien aquellos días calurosos. Autor de Los 70 a destajo. Ajoblanco y libertad (RBA), es prácticamente el único que ha escrito sobre las jornadas, al margen de las publicaciones de tipo alternativo, ya que la Barcelona contracultural no despierta excesivo interés en el mundo de la historiografía académica.

Ribas asegura que lo más importante fueron los debates sobre cómo debía organizarse el movimiento libertario celebrados en el Saló Diana a instancias de grupos libertarios donde militaban Rafael Poch, Andrés Grima o Francesc Bellmunt, cenetistas como Luis Andrés Edo a los que se sumaron gente del teatro como Carlos Lucena y Mario Gas. Vinieron extranjeros como Daniel Cohn-Bendit, Danny El Rojo, el héroe del mayo francés de la Sorbona, que iba y venía atónito.

Debate inconcluso

"Fue la última oportunidad de crear una democracia diferente. El gran debate no se concluyó, de lo contrario el nacionalismo, que entonces era minoritario, no hubiera funcionado", opina Ribas. "En aquella época un teatrero montaba sin un duro Joglars o Comediants y ahora se va a TV3 a hacer una telenovela. Todo se hacía sin dinero, montando redes, innovando, sin tecnologías pero con mucho talento y creatividad. Sorprende la anticipación de toda aquella gente", añade.

Durante las jornadas, en los escenarios del parque Güell, más lúdicos y frescos de noche, Sisa declamaba Los angelitos negros, Ocaña se desmadraba y se meaba en el escenario, corrían los panfletos con la A rodeada de un círculo y llegaron los pioneros de la ecología, que construyeron un molino de viento alternativo. "Yo de todo aquello destaco la paz, la armonía y la libertad. En el parque mucha gente hizo el amor por primera vez. Los de los institutos se estrenaron allí, pero con un pudor tremendo. Hubo una mezcla de ecología, feminismo y educación que no ha vuelto a repetirse", dice Ribas.

Pero el corto verano de la anarquía duró muy poco. Ribas cuenta que un día el periodista Ramon Barnils, que solía llevar gabardina, se resguardaba de la lluvia en un portal cuando un hombre extraño le dio un sobre con 10.000 pesetas dentro. Mientras, unos jóvenes rompían cristales al grito de Viva el PCI. Los provocadores y los infiltrados radicalizaron la situación. Y el tenebroso caso Scala dió la puntilla a la Barcelona rojinegra.

...... ROSARIO FONTOVA
BARCELONA

articulo publicado en " el periodico" Leer más...